lunes, 7 de mayo de 2018

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Este mes os compartimos la carta que nos hizo llegar la Hna. Joana desde Jordania, felicitándonos la Pascua el mes pasado.

Mis queridos amigos y amigas,

¡El Señor Resucitó Verdaderamente, Aleluya, Aleluya! Para muchos de vosotros puede parecer extraño que mi anuncio de Pascua venga unas semanas más tarde, sin embargo, los cristianos de Jordania celebramos la Pascua con la Iglesia Oriental. Toda esta sintonía o "desintonía" de fechas puede parecer extraña. Pero es bello ver y vivir la Pascua en unión con nuestros hermanos y hermanas cristianos de otros ritos. Es hermoso experimentar que el momento más importante de la historia de nuestra Salvación, es vivido como un momento de unidad y de respeto en la diversidad de ritos y de manifestaciones de amor y reverencia a Jesús Crucificado y Resucitado. Es hermoso reconocer que las verdades más profundas y reales de nuestra fe nos unen. Mis queridos amigos y amigas, me provoca una gran admiración ver cómo Jesús es amado de tantas formas diversas, en tantos idiomas, costumbres y culturas diferentes.
Joana, la segunda por la derecha, con las otras hermanas combonianas de la comunidad.
Un año más, una Pascua y tal vez la misma pregunta golpea a nuestra puerta: ¿Por qué esta Pascua es diferente de todas las otras Pascuas? "¿Qué nos trae de nuevo, de salvífico, este acontecimiento que es el más importante de nuestra vida?" Sin duda, cada uno de vosotros personalmente, tendrá su respuesta, su experiencia personal, y ¡cómo debe ser de rica! Pero os comparto un poco de mi experiencia. 

Me encuentro aquí en esta hermosa tierra santa del más allá del Jordán. Como sabéis he venido aquí para estudiar la lengua árabe y, sorprendentemente, ya empiezo a "balbucear" algunas palabras y frases y, con la gracia de Dios, la gente empieza a entenderme. Y pensar que, hace un año en estas mismas fechas, todo este idioma me parecía "de otro mundo", pero en Jordania encontré mucho más que un idioma, encontré a un pueblo en camino. O mejor, una diversidad de pueblos en camino. Como sabéis Jordania sigue siendo una tierra de peregrinos y refugiados, aquí, en esta tierra santa, se cruzan los diversos pueblos santos de Dios, oriundos de Palestina, Siria, Sudán, Irak y tantos otros países. La situación no parece ser diferente de la que os he compartido anteriormente. Las guerras continúan, unas veces más feroces, otras veces menos, pero Jordania sigue siendo este lugar "aparentemente más pacífico" donde este grande, único y diverso pueblo de hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo Padre Celestial, encuentra un poco de refugio. Para muchas de las familias que visitamos los años de espera para viajar y ser acogidos en otros países ya empiezan a pesar; son 4, 5, 6 o más años y la autorización para entrar en una tierra de paz no llega. Después de tantas negaciones para muchas de ellas sólo queda seguir esperando. La situación es más incierta para los más pobres y entre estos pobres: las viudas, los enfermos y huérfanos. 

Como comienzo a progresar en el idioma, el Señor me concedió el privilegio de empezar a ir a una de las muchas clínicas médicas para refugiados aquí en Amman. Con su gracia comienzo a escuchar y a entender a los enfermos, empiezo a percibir cómo se expresan y con esta capacidad de entendimiento viene también la capacidad de comprender más profundamente la historia de dolor y de lucha de cada uno de ellos, tanto musulmanes como cristianos, niños, embarazadas, viudas y jóvenes; sus historias de lucha, de desesperación, pero también de alegría y vida nueva. Las dificultades que se encuentran son muchas, sobre todo en lo que se refiere a los recursos económicos para pagar los tratamientos. ¿Que podemos hacer, cuando un tratamiento es indispensable, pero los recursos son pocos? Y la dificultad es que no es sólo un caso, son uno detrás de otro. ¡Qué impotencia, qué cruz, cuando la voluntad de ayudar existe pero la aparente inexistencia de los recursos económicos parece vencer la caridad genuina que nace del corazón! ¿Qué hacer? ¿Huir de este dolor o permanecer como María a los pies de la Cruz? Simplemente permanecer con los que sufren, luchando hasta el final, sin huir, enfrentándose a la impotencia humana para dar espacio al poder resucitador de Dios, de un Dios que, de la muerte genera Vida. Creo que sin la experiencia de Jesús Crucificado y Resucitado es imposible vivir la Pascua en nuestros días, en nuestras ciudades, en nuestro mundo.
Por eso deseo unirme a vuestro coro de voces y cantar: ¡El Señor resucitó! ¡Aleluya! Que el Señor nos conceda la gracia de permanecer, sin huir, junto a su cruz, una cruz encarnada en la vida de tantos hermanos y hermanos, porque permaneciendo con él en su muerte, resucitaremos con él y así ser testigos "oculares", del primer instante, de que aquel sepulcro de dolor quedo vacío, porque el Señor, de la muerte generó las primicias de la Vida, un nuevo génesis. 

Aprovecho para compartir con vosotros que, en el verano, si Dios quiere, viajaré a mi destino: el Sudán del Sur. ¡También una tierra de Dios! Que las premisas de Vida de esta Pascua me conduzcan con FE y Esperanza a esta nueva misión. 

Unida a vosotros en la oración, 

Joana Carneiro
Misionera Comboniana
Sábado Santo en Jordania
7 abril 2018.

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